Gira internacional de Biden: ¿la vuelta del multilateralismo?
El primer viaje internacional de Joe Biden como presidente. La cumbre del G7, la OTAN, el papel que cumple la diplomacia de vacunas en este contexto y su reunión cara a cara con Vladimir Putin
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En esta oportunidad te invito a una nueva aventura por la política exterior estadounidense, eso sí, trae el pasaporte con la visa al día porque lo vamos a necesitar. Yo invito.
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La cumbre más esperada
Biden y Putin se verán las caras el próximo 16 de junio en Ginebra. Esta será la primera reunión entre los jefes de Estado de ambos países desde julio de 2018, cuando Putin se reunió con Donald Trump, en Helsinki, Finlandia. (Cabe destacar la excelente calidad de memes que dejó ese encuentro).
¿Se habían visto alguna vez? Si, se conocieron por primera vez en 2011 cuando Biden era el vice de Obama y en 2014 cuando el presidente estadounidense tuvo la tarea de reforzar Ucrania a raíz de sus protestas y presionar a Rusia para que redujera su interferencia militar en el este de Ucrania.
Este cara a cara tendrá lugar en el marco del primer viaje internacional de Biden como presidente. Biden (al momento de escribir esto) está en Reino Unido para participar en una reunión del G-7 y luego volará a Bruselas para la cumbre de la OTAN. Washington, de momento, sigue sin querer volver a invitar a Rusia al foro del G-7 (que con Moscú era el G-8), cita de la que fue expulsada en 2014 como represalia por la invasión de Crimea (Ucrania). Trump quería reabrirle la puerta, pero eso también ha cambiado con el nuevo presidente demócrata.
¿Cómo llegan los ánimos a la reunión en Suiza? El aire se cortará con una tijera amige. Repasemos algunos antecedentes que seguro estarán sobre la mesa.
El 15 de abril, Washington impuso duras sanciones a individuos y entidades rusas, acusando directamente al Servicio de Espionaje Exterior ruso (SVR) de interferir en las elecciones de 2020, de un ciberataque masivo y la supuesta oferta de Moscú a los talibanes para atentar contra tropas de EE UU en Afganistán.
El mes anterior, en una acción coordinada con la Unión Europea, ya había penalizado a otra decena de altos cargos por el envenenamiento y arresto del opositor Alexéi Navalni. A mediados de marzo en una entrevista en televisión Biden trató de asesino a Putin cuando le preguntaron por la situación del opositor ruso y todo se terminó de picar.
También cabe recordar que durante la administración de Donald Trump, salieron a luz investigaciones -especialmente desde el New York Times- indicando que el Kremlin había llevado adelante acciones espionaje y pirateo durante al campaña electoral en 2016, pero el republicano manifestaba una insólita cordialidad hacia Putin que despertaba la sospecha de los demócratas, sentimiento que se acrecentó con el informe elaborado por seis agencias de inteligencia de Estados Unidos en un documento sin precedentes que atribuye a Putin la orden de desarrollar una campaña para erosionar las instituciones democráticas norteamericanas “para ayudar al presidente electo Donald Trump desacreditando a Hillary Clinton”.
En los últimos años, en represalia por la intromisión electoral y por el acoso a diplomáticos estadounidenses, Estados Unidos expulsó a diplomáticos rusos y cerró el consulado ruso en Seattle y San Francisco, así como la misión comercial rusa en Washington. Mientras tanto, Rusia expulsó a decenas de diplomáticos estadounidenses. Los Estados Unidos, a su vez, se sintieron obligados a cerrar consulados en Vladivostok, Ekaterinburgo y St. Petersburgo, dejando la embajada en Moscú como su única misión diplomática en Rusia, que el Kremlin amenaza actualmente con privar de su personal ruso.
Y por último, recordar la frase de Biden durante la Conferencia de Seguridad de Múnich (su primer foro internacional) en Febrero: “Putin busca erosionar nuestra alianza trasatlántica porque para el Kremlin es mucho más fácil atacar y amenazar a los países de forma individual que negociar con una alianza unida”.
Putin, por su parte, en vísperas de la reunión bilateral, cuestionó la posible integración de Ucrania en la OTAN, dos días después de que Biden hablara por teléfono con el presidente ucraniano Volodymr Zelenskiy, un firme defensor de la membresía en la OTAN, y subrayó el apoyo de Estados Unidos a la ex república soviética que ha estado luchando contra una insurgencia de separatistas prorrusos desde 2014.
Además, inauguró la planta de gas Amur Gas Processing Plant (GPP), que sería una de las más grandes en el mundo de su tipo, cerca de China, conformando así una muestra más de alianza bilateral con el gigante asiático. Una mojada de oreja a Washington? Claro que sí.
Diplomacia de vacunas
Si hablamos de reuniones entre los principales líderes mundiales, tenemos que mencionar la carrera entre Rusia, China y Estados Unidos por proveer de bienes escasos al resto del planeta en un contexto de crisis generalizada. Y todos hemos sido testigos del paupérrimo desempeño estadounidense en esta competencia de soft power.
El enfoque de la administración demócrata no se diferencia en nada de la visión nacionalista que primó durante los 4 años de administración Trump: America First. Si bien Estados Unidos se abocó a vacunar a su población primero y ello ha dado sus frutos, ha perdido influencia en el resto del globo y hoy corre por detrás de sus rivales. Mientras que India, China y Rusia tuvieron una ventaja en la diplomacia de vacunas, ahora están muy por detrás de Estados Unidos en la inoculación de sus propias poblaciones, según Bloomberg Vaccine Tracker, una elección que ha demostrado ser especialmente costosa para la India.
De las cerca de 250 millones de dosis de vacunas que ha producido hasta ahora, China ha enviado 118 millones a 49 países, según Airfinity, una empresa de análisis farmacéutico con sede en Londres.
Rusia ha enviado vacunas a 22 países diferentes, e India ha exportado o donado 64 millones de los casi 150 millones de inyecciones que ha producido, según Airfinity, que podría interpretarse como el intento de Nueva Delhi de contrarrestar las propuestas de diplomacia de vacunas de su rival regional: Beijing.
Por el contrario, Estados Unidos ha entregado poco más de 200 millones de dosis de vacunas a su propia población, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Ha acordado compartir solo una pequeña cantidad, alrededor de 4 millones de inyecciones de AstraZeneca-Oxford University que de todos modos no estaba usando, con México y Canadá. Ahora, en el marco de la cumbre del G7, Biden anunció la compra de 500 millones de dosis de Pfizer para la distribución entre los países con menor poder adquisitivo.
La decisión de Estados Unidos de centrarse primero en abastecer a su propia población ha amplificado un vacío de liderazgo en la región que podría decirse que comenzó después del 11 de septiembre, cuando los intereses estadounidenses se inclinaron firmemente hacia el Medio Oriente y la lucha contra el terrorismo. Rusia y China vieron la oportunidad de intervenir.
Durante mucho tiempo, ha sido de interés de Washington mantener estrechas relaciones de trabajo con sus vecinos, lo que se demostró más claramente durante la Guerra Fría, cuando las tensiones entre la ex Unión Soviética y Estados Unidos se desarrollaron en muchos países latinoamericanos. Pero la necesidad de apoyo e inversión en América Latina, también se ha manifestado más recientemente, con el aumento de migrantes y solicitantes de asilo que llegan a la frontera sur. (y te prometo que hablaremos de nuestra región en el próximo newsletter)
No obstante, el tardío lanzamiento del plan de compra y entrega de vacunas de la UE brindó a Pekín y Moscú una oportunidad comercial y diplomática que encajaba con sus narrativas estratégicas. Para China, el suministro de vacunas a Europa forma parte de su 'Ruta de la seda de la salud', una extensión retórica de su Iniciativa Belt and Road (BRI), destinada a mostrar la destreza de las ciencias médicas de China y apoyar el desarrollo de los bienes públicos globales. China promueve el BRI en Europa Central y Oriental a través de 17 + 1 , una red flexible lanzada en Varsovia en 2012.
Y mientras Estados Unidos frenaba el acceso a insumos en distintas partes del mundo, China y Rusia intervinieron para proporcionar máscaras y equipo de protección personal incluso a los países europeos en medio de una grave escasez de suministro.
China y Rusia están abriendo una puerta en Europa del Este debido a las cambiantes estrategias de la UE en los Balcanes y los países socios del este (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania). Los persistentes problemas de gobernanza en los Balcanes y la no respuesta por parte de los países europeos, le dio el puntapié justo a China y Rusia para desplegar sus fuerzas.
A pesar de las reiteradas afirmaciones de que la región está destinada a ser miembro de la UE, la UE carece de una estrategia geopolítica creíble para los Balcanes, un área rodeada de miembros de la UE que son sus principales donantes e inversores. La UE ha proporcionado 70 millones de euros de los fondos existentes a los países balcánicos para adquirir vacunas y un paquete de 3.300 millones de euros para hacer frente a la crisis sanitaria, apoyar la inversión y estimular la recuperación. Los países balcánicos y del este de la asociación son elegibles para vacunas bajo el COVAX global de la OMS, esquema para países de ingresos bajos y medianos.
Pero a pesar de la agilidad diplomática y comercial con la que China y Rusia se han movido para llenar las vacunas y las brechas geopolíticas en el este y sureste de la UE, su atractivo de poder blando para los países involucrados es limitado. A pesar del éxito de China en contener la pandemia a nivel nacional y la pronta disponibilidad de sus vacunas, pocos en Europa y su periferia oriental buscan emular el modelo chino de sociedad. Rusia también tiene poco atractivo para las poblaciones del este de Europa, cuyas principales preocupaciones son el desempleo, los niveles de vida y de gobernanza y, en algunos casos, la corrupción. La desinformación, la represión interna y los ciberataques hacen poco para que los regímenes chino y ruso se sientan atraídos por la opinión pública europea.
¿Qué onda la OTAN?
Bueno, el simple hecho de que Biden considere a Europa como un aliado y a la OTAN como un elemento vital de la seguridad occidental es casi una revelación si pensamos en la relación traumática que hubo con Trump. Pero esas heridas no van a sanar tan pronto, mi ciela.
¿Qué temas van a discutir? Desde la retirada de Afganistán hasta el gasto militar, Rusia y China, las disputas comerciales, cuestiones arancelarias, la diplomacia climática y de vacunas.
Sin embargo, a pesar de que los europeos aprecian el esfuerzo de la administración Biden, acaban de presenciar cómo 75 años de política exterior estadounidense pueden desaparecer de la noche a la mañana con un cambio de presidencia (y quién te dice que no vuelve Trump en 2024?)
También saben que el reloj electoral está corriendo… En Alemania, la canciller Angela Merkel dejará el poder luego de las elecciones en septiembre, en Francia se acercan las elecciones presidenciales en mayo de 2022 y la derecha no para de crecer; y las elecciones de medio término estadounidenses cada vez más picantes donde los republicanos podrían alcanzar la mayoría y bloquear la agenda del presidente, podría limitar el margen de maniobra de Biden.
Las expectativas de la reunión son altas (para los nerds que seguiremos esto como si fuera un Lollapalooza).
Sin embargo, sería un gran error y una oportunidad perdida si usaran la cumbre para simplemente hablar filosóficamente sobre el llamado orden internacional basado en reglas y elogiar la alianza para mantener a Europa íntegra, libre y en paz (algo que no parece estar funcionando muy bien).
Revolver los puntos de conversación sobre la historia y el legado de la OTAN a expensas de conversaciones difíciles simplemente retrasa el tipo de cambio estructural que se necesita. En la parte superior de la lista está la política de puertas abiertas de la OTAN, un principio que necesita urgentemente una reforma.
Desde la caída del Muro de Berlín, la OTAN casi ha duplicado su tamaño. Una organización militar que originalmente incluía a 12 miembros ahora cuenta con 30. La alianza ahora cubre territorio desde los Estados Unidos hasta el este y el sur de Turquía, lo que constituye un gigante masivo que protege a casi mil millones de personas y abarca aproximadamente la mitad del PIB mundial. (Si, no te estoy jodiendo). Y sin dar más vueltas, vamos a decirlo sencillamente: lo único que hace la OTAN es permitirle ejercer relaciones de poder completamente desiguales sobre el resto de los miembros.
Pensa que el 70% del presupuesto de la OTAN lo aporta Estados Unidos. (es como cuando invitas a una previa a tus amigos pero vos terminas pagando la bebida, la pizza y encima te piden ayuda para pagar el uber de vuelta a su casa). Y aunque los aliados europeos hacen lo mejor que pueden para contrarrestar la influencia en aumento de Rusia, el ajuste llegó para todes.
G7: una reunión para pocos
Fundado en 1975 por las mayores economías de la época para afrontar una crisis económica, el G7 que se reúne presencialmente a partir de hoy por primera vez en dos años, en busca de un nuevo propósito en el escenario global ante quienes le acusan de obsoleto por excluir del debate a potencias decisivas como China. El grupo de los siete formado por el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia, Alemania y Japón, más la Unión Europea como asociada, incluyó a Rusia convirtiéndose en G8 entre 1997 y 2014, cuando el país fue expulsado por la anexión de Crimea.
Si en el siglo XX sus miembros representaban al 70% del producto interior bruto global ahora suponen apenas un 40% y un 10% de la población del mundo ante el avance de gigantes como China, Rusia e India.
Tras la crisis financiera del 2008, la labor del G7 ha quedado desdibujada, ha perdido un poco su identidad su propósito en el escenario multilateral internacional, hoy por hoy el grupo de los 20 (que incluye a economías más diversas como Argentina, Brasil, Indonesia, China, Rusia, India o Arabia Saudí entre otros) es mucho más representativo y está mejor equipado para ser el principal foro multilateral.
Es decir, el orden internacional liberal sigue atrapado en el siglo XX. Mientras autocracias como China y Rusia amplían sus esferas de cooperación, Estados Unidos responde fortaleciendo agrupamientos regionales propios, como la OTAN y el Quad (si querés volver a leer el newsletter donde hablé sobre ellos, te lo dejo acá). En vez de eso, Estados Unidos necesita una mirada global centrada en valores e ideas, no en países.
Los marcos internacionales que promovió Estados Unidos desde 1945 no son adecuados para fomentar un diálogo entre las sociedades liberales. El G7, la OTAN, la Unión Europea y el Quad son agrupamientos regionales demasiado distintos que no pueden dar una respuesta mundial firme ante la coyuntura.
Actualmente si uno mira un mapa político de cómo está la situación en Latinoamérica o incluso Europa (por qué no?) ve que a lo largo y ancho de toda la región se pueden vislumbrar diferentes actores, diferentes movimientos sociales con demandas insatisfechas que han surgido en los últimos tiempos buscando incorporarse dentro del sistema democrático liberal que tanto apoya Estados Unidos; y ese sistema, no ha sabido responder a tales demandas. Mientras siga teniendo una visión centrada en países y no en temas, la cooperación internacional será prácticamente imposible dentro de los parámetros que maneja hoy por hoy el gigante del Norte.
Y mientras la cumbre del G7 siga poniendo el acento en la democracia en sí misma y no en el sistema de gobierno representativo, las mejoras de oportunidades económicas para sectores vulnerables, la seguridad, la libertad de expresión, la justicia y la desigualdad estructural, no podrá haber cooperación posible.
La estrategia estadounidense para hacer frente a los desafíos de las autocracias debe ser global en vez de regional, plural en vez de unitaria y centrada en temas en vez de en países. Algo que sus rivales, China y Rusia, están sabiendo aprovechar y por eso actualmente lideran la famosa batalla por la diplomacia de vacunas. Hace más de un siglo tras la anterior pandemia, Estados Unidos fue el motor de la creación de un nuevo orden internacional. Hoy debe liberar desde el centro, no desde el frente, codo a codo con muchos otros países, para aprovechar una oportunidad única de actualizar el modelo de una sociedad global más interconectada, inclusiva y democrática. Algo que Joe Biden se ha dispuesto a hacer, pero puertas adentro.
El America First, sigue más vigente que nunca.
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Esto fue todo por hoy. Como siempre, antes de irme te dejo una película para este fin de semana: Disomnia. Espero que te guste.
Nos vemos el próximo viernes!
Florencia